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INFO:
QUE ANÉCDOTA RECUERDA USTED DE CHANGÓ Y AGAPITO EN EL SECTOR DE JUANCHITO Cali Informa Noticias Juanchito en los años 80 y 90: La cuna de la rumba salsera en Colombia Durante las décadas de 1980 y 1990, el sector de Juanchito, ubicado entre Cali y Candelaria, en el departamento del Valle del Cauca, se convirtió en un auténtico santuario para los amantes de la rumba y la salsa. Con luces de neón, sonidos envolventes y una energía que vibraba hasta el amanecer, Juanchito fue el epicentro de una época dorada en la vida nocturna colombiana. Entre sus calles, las discotecas emblemáticas marcaron una era. Dos nombres que quedaron grabados en la memoria colectiva fueron Changó y Agapito, templos de la salsa que no solo recibieron a los mejores bailarines del país, sino también a orquestas de talla internacional. Changó: El templo de la salsa Fundada en 1982, Changó se convirtió en una leyenda viviente. Más que una discoteca, fue un ícono cultural. Su imponente fachada, inspirada en motivos afrocubanos, y su decoración interna, que evocaba el espíritu de los dioses yoruba, creaban una atmósfera única. En sus tarimas se presentaron artistas como Oscar D’León, Grupo Niche, El Gran Combo de Puerto Rico y Joe Arroyo, entre muchos otros. Los viernes y sábados, Changó se vestía de gala. No había distinción de clase o edad: desde jóvenes universitarios hasta melómanos consagrados llegaban para dejar el alma en la pista. Era común ver parejas ensayando pasos complejos de salsa caleña, mientras los DJ mezclaban clásicos de Fania con sonidos caribeños contemporáneos. Agapito: La rumba popular y alegre A pocos metros de Changó, otra discoteca hacía vibrar las noches de Juanchito: Agapito. Con un estilo más desenfadado y popular, Agapito se ganó el corazón de la gente por su ambiente alegre y accesible. Si Changó era la catedral, Agapito era la fiesta del pueblo. Sus paredes eran testigo de noches intensas, donde la cerveza fría, la buena música y el baile se fundían en una experiencia inolvidable. Agapito era reconocido por su espíritu festivo. No necesitaba grandes lujos ni espectáculos elaborados. Su esencia estaba en la autenticidad: un espacio para gozar la música sin pretensiones, con una clientela fiel que sabía que allí la rumba era de verdad. Una historia que vive en la memoria La rumba en Juanchito en los 80 y 90 trascendió la diversión. Fue una manifestación cultural, un motor económico, y un punto de encuentro para quienes encontraban en la salsa una forma de expresión. Aunque con el paso del tiempo algunas discotecas cerraron y otras se transformaron, el legado de lugares como Changó y Agapito sigue presente en la identidad caleña y vallecaucana. Hoy, hablar de Juanchito es hablar de una época en que la música era el lenguaje común, y la noche, un escenario para la alegría, el sabor y el ritmo de un pueblo que baila hasta que salga el sol. También recordamos muchas personas que se fueron a rumbear a este sector y nunca más volvieron a aparecer, dicen que los tiraban al Cauca, otra de las historias es la supuesta aparición del diablo en Agapito.